Esa imagen cliché de tomar una flor y olerla me recuerda las caricaturas de Candy, pero es en los momentos de tranquilidad, cuando uno tiene tiempo… en lo que se puede prestar atención a lo siemple, para darse cuenta de que eso es relamente lo importante.
Mis hermanitos tienen la bonita costumbre de regalar estas cosas en días como el 8 de marzo. Hoy por la mañana la dejé al sol en un descuido y se le alborotó toda la esencia. La olí y fue un shot cerebral, me la quise comer con yogurt o helado, eso es lo que me produce el olor de las flores, que se pueda hacer un postre sexy con ellas al estilo de Como agua para chocolate. Abría la boca grande, anticipando en mi mente el crujiente sonido de los petalos entre mis dientes, cuando la iba a morder, volteé los ojos: «¿hay olores así?»
Sí…
El de las rosas de paquetico que se resisten a morir, dentro de un plástico u olvidadas en la mesas de algún bar, donde una vendedora de rosas convenció a un borracho para comprársela a su acompañante.
No puedo decirles a qué huele exactamente porque simplemente huele a lo que huelen las rosas de paquetico.
Olores de toda una vidaMmmmmm