Uno sale a caminar porque necesita ir al cajero, pero en el punto de no retorno se da cuenta que dejó la tarjeta en la casa, entonces asume que estará condenado a ser una persona “despalomada” por el resto de la eternidad y viene esa resignación que sólo se compensa con un helado.
Entonces la razón de haber salido a caminar es otra; quizás “domar” los zapatos nuevos que estaban en oferta, para que “cedan”, pero no. Uno sale a caminar porque, como dice un amigo, hay que hacerle digestión a las ideas pero yo descubro que lo más importante para mi digestión, mientras camino, es el sabor de ese helado, porque los helados se comen caminando y porque los zapatos nuevos incomodan y hay que pensar en otra cosa.
Y pensar en otra cosa es precisamente la razón por la que uno sale a caminar, para vaciarse, para distraerse. Pero uno sale a caminar porque ya estaba distraído y necesita concretarse, escucharse, ponerse tanta atención como la que le pone a los carros antes de cruzar la calle; y entonces todas la partes del cuerpo comienzan a hablar, incluso la herida del dedo que mi perro mordió ayer porque estaba enfermo, tenía miedo. Y el miedo, está en todas las caras, porque todos andan paranoicos, porque hoy el centro de la ciudad está caliente, porque el amor está en desuso y porque todo funciona mediocremente porque la sociedad está enferma y no funciona, ni funcionará. Y es por eso que uno no quiere ser una fotocopia sino un radar a toda.
Pero no, uno sale a caminar, por amor al movimiento, porque necesita relajarse, ir lento, porque tiene hábitos como de mariguanero; y necesita recordar que los árboles tienen muchas clases de verde, que de hecho son silencios verdes y que mientras los dejen ser, estarán contentos.
Y por eso uno sale a caminar, porque quiere estar contento y libre de todo lo que no sea uno mismo y entonces uno se para justo en el borde del muro que canaliza el río, y el ipod conspira… Y uno mira al cielo, y se siente livianito porque le gusta el vértigo; porque el vértigo seduce. Y seduce porque despierta al mismo tiempo, deseo de caer e instinto de defenderse.
Y uno se da cuenta de que sin haber planeado la hora de salida, al final del recorrido espera uno de esos atardeceres rosados, tan típicos de éste valle (¡Bendita sea la espontaneidad!) y uno termina de caminar para llegar a otra parte , a cualquier parte y tomarse un café oscurito con una de azúcar.
3 comentarios
¿Como estás? No soy mucho de opinar en foros ni blogs, pero la verdad te vengo siguiendo hace un tiempo y siempre me identifico mucho con lo que escribes. Conocí tu trabajo por mi novia, que me pasó un artículo tuyo en uno de esos momentos en que te vienen las cosas como anillo al dedo. Yo también decidí este año comenzar a hacer lo que realmente me gusta, así que ahi estoy, comenzando a transitar el camino. Te dejé mi página en face por si querés chusmear mi música. Te recomiendo el tema «Caballos», es uno de los que más quiero y habla de eso que en definitiva todos buscamos en la vida: la libertad de ser. Saludos!
Hermoso caminar Carolina, me pasa parecido, camino y es mi mejor momento de filosofar de meterme en el entorno, y de aclarar ideas ! segui caminando y escribiendo ! que lo haces muy bien ! saludos desde Argentina !
Mi frase. y es de mi inspiración, de esos dias que eres conciente de tu ser: «Solo mirando a las estrellas, encuentras el brillo de la vida» Espero te llene de paz. Un buen dia y tu trabajo es excelente. Carlos.